lunes, 25 de octubre de 2010

El principio del final

Necesitaba un plan: algo arriesgado, pero no demasiado, la cosa podía complicarse si él no aparecía.
Barajaba diversas opciones, pero ninguna le convencía.
Sonó el timbre: última parada.
La lluvia parecía aminorar, y las nubes destapaban los primeros rayos de Luna.
Atravesó el portal de su casa, ese portal lúgubre que a pesar de su oscuridad, le hacía sentir sumamente segura.
En la puerta de su casa, una nota:


Jazzmall Club. 
Esta noche.
P.D: Te pedí que te cuidaras, no hagas tonterías.

-Ni se te ocurra ir. Ese tipo daba miedo...
Era Fonda, su vecina.
Una mujer negra, robusta, con el pelo más cardado y voluminoso e irónicamente lacio, que nunca había visto.
Su mirada delataba su cansancio, luchar contra la vida, no era fácil. Había estado casada, felizmente, hasta que vio peligrar seriamente su vida y la de su hija, una fatídica noche, en la que el alcohol y las drogas jugaron un papel decisivo, con el carácter violento de su marido como cómplice.
Huyó sin mediar palabra, simplemente desapareció.
Por aquel tiempo la pequeña no llegaba a un año, ahora, con seis, creía ciegamente que su padre era un héroe, un médico de guerra, que pereció por salvar las vidas de otros.
-Le vi cuando dejó la nota, era un tipo pálido, moreno, de ojos fríos. Había algo misterioso en él. Le conoces?
-Si, bueno, más o menos.
-¿Es de fiar?
-Si. Me salvó la vida.
-Literalmente?
-También.

Él había estado allí, en la puerta de su casa, a tan solo 20 centímetros de su mundo.
Observó su letra con curiosidad: era perfecta. Ni muy grande, ni muy pequeña, ni muy redonda, ni alargada. Legible, bonita, enigmática.
Jazzmall Club.
No era un sitio muy conocido, simplemente un club de las afueras en un callejón en el que músicos marginales de jazz alternativo intentaban hacerse un hueco en el elitista mundo de la música.

Iba a verle. Esa misma noche. Por fin, después de dos semanas.
"No hagas tonterías." ¿Era casualidad? Tenía que serlo, ¿qué iba a ser si no?
Pero le daba igual.
Volvería a sentir su presencia, y esta vez no iba a dejar pasar ni un sólo detalle.
En su interior, una extraña sensación, un nudo en el estómago.

No sabía bien por qué, pero algo le decía que a partir de esa noche, nada volvería a ser lo mismo.
Y lo mejor de todo era que, no le importaba. 
Le encantaba.

4 comentarios:

  1. Hola! vi tu blog por tu comentario en tuenti.
    Buen relato! No dejes de escribir. Mucha suerte con el blog.
    Un beso!

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  2. me eencanta como escribes! un besooo te sigooo! pasate!

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  3. Espero ansiosa la continuación :)
    Te sigo !

    Pa' Poulain.

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  4. ¿final feliz?
    es que a veces son tan ingenuas.

    Unbesiito.

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