Cuando su mente no era ya más que un espacio en blanco, cuando ya no podía distinguir entre figuras, cuando todo lo que podía percibir eran ya simples colores distorsionados, entonces, justo entonces, hubo algo. Hubo algo que la agarro fuertemente de las muñecas para dejarla abandonada en otra realidad, en la aburrida y absurda realidad en la que había vivido siempre.
La música había cesado, y poco a poco volvía a distinguir los rostros de aquellos que parecían jóvenes ricos rebeldes que se sumergían en aquel antro en un acto de rebeldía contra todo lo impuesto.
Levantó la vista al escenario justo a tiempo para ver un guiño de ojos, que indudablemente, a su parecer tenía que ser para ella.
Después desapareció en la oscuridad de forma casi poética, de una forma en la que sólo podía hacerlo él.
Ella se dirigió a la barra, y pidió uno de esos combinados cuyos nombres antes sólo había podido escuchar en películas clásicas.
Cuando se quiso dar cuenta un escalofrío le recorrió la espalda, su aliento en la nuca le cortaba la respiración.
Su presencia.
Apenas se atrevía a girarse, a encontrarse de frente con esa mirada gris que tanto le atrapaba, le hipnotizaba, que le invadía hasta en sueños.
Temía quedar colgada de su cuerpo, de ser incapaz de articular palabra, de quedar inmóvil.
Él siguió allí, detrás, esperando.
Inspiró fuertemente, casi hasta a ahogarse, era oxígeno de más que estaba segura iba a necesitar.
Reunió todo el valor del universo, adoptó la actitud correspondiente a quien vive el momento que toda su vida sabe que va a llegar, ese momento decisivo que cambia la dirección del universo, el momento en que dos chispas chocan entre sí.
Se humedeció los labios, dispuesta a decir aquello que primero se le pasara por la mente, pues era de aquellas que cree que las conversaciones prefabricadas no llevan mas que al desastre.
Giró el taburete y...
Silencio.
Como presentía, su presencia, tan cerca de ella, la deslumbró.
-Has venido.
-No podría no haberlo hecho.
-Lo sé.
-No vas a presentarte?
-Soy el tipo que te salvó la vida allá hace dos semanas...
-Dos semanas exactamente.
-No te sirve?
-No, quiero un nombre, lo necesito, y lo sabes.
-Escucha Luna, no voy a mentirte, y cualquier nombre que te dijera en este mismo momento no sería mas que mentira. No quiero eso contigo.
-Por qué?
-No me gusta mentir, tan raro es?
-No, no es eso. Por qué no puedo saber quien eres?
-Puedes saber quien soy, aunque parezca mentira, jamás trataré de impedírtelo, aunque resulte peligroso para los dos, y eso me preocupa. Simplemente no puedo darte un nombre.
-Por qué?
-Es peligroso, ya te lo he dicho, y también lo es que estés aquí ahora mismo.
-No lo entiendo...
-Mejor para ti.
-...y me da lo mismo, no me asusta el peligro, no tengo nada que perder.
-Tienes tu vida.
-No es la vida más plena del mundo, sinceramente... Estoy sola.
-Ya no.
-Por qué todo esto? Por qué me salvaste la vida? Por qué hablamos cómo si lleváramos juntos toda la vida?
-En su momento lo entenderás, confía en mi.
-No se por qué, pero no puedo evitar hacerlo. No paro de pensar en la Terrible Gran Noche...
-La Terrible Gran Noche?
-Sí, la noche en que me salvaste...
-Sí, lo sé... Pero por qué ese nombre?
-Porque fue terrible, o por lo menos pudo haberlo sido... Pero fue grande, importante...
-Por qué?
-Porque se cruzaron nuestros caminos, y eso fue importante, lo presiento, lo sé, no me preguntes cómo.
-No necesito hacerlo, sé más de lo que tu te crees...
-Empezando por mi nombre... Que por cierto, tienes una última oportunidad para decirme el tuyo, o te pondré yo el que me apetezca...
-Decide entonces.
-Cristian, te llamas Cristian. Lo he decidido.
-Vale.
-Te da igual?
-No, que va! Es más, me gusta.
-Me alegro...
-Escucha, me he de ir...
-Pero ya? Tengo preguntas! Cómo me encontraste? Mi casa, mi nombre... Por qué querías verme hoy?
-Porque pensabas hacer otra estupidez si no lo hacía. -Y cómo podías saber tú eso? Qué piensas? Que me he enamorado de ti o algo parecido? Porque...
-No tengo ni idea de lo que tu sientes, sólo sé lo que siento yo. Y por favor te lo pido, no vuelvas a hacer una estupidez así. Podrían haberte matado aquella noche.
-Sólo fue alcohol, me las habría apañado...
-Ah si? Porque recuerdo que cuando te salvé estabas acorralada por cuatro armarios con la bragueta ya desabrochada...
-Bueno... Pero quién te has...?
-Por favor, hazme caso. Me he de ir.
-Volveremos a vernos?
-Por supuesto.
-Cuando?
-Ya lo verás.
-Será pronto?
-Más de lo que tú te crees.
-Eso fue lo que dijiste la última vez...
-El tiempo es relativo...
-Y que lo digas...
-Cuídate, vale? Nos veremos pronto, esta vez te lo prometo.
Y antes de que pudiera volver a aspirar su olor, se había ido.
A su alrededor, una nube de humo, repleta de huidizas conversaciones y de risas suspendidas en el aire.
En su interior, una especie de corriente eléctrica, una mezcla de emoción, suspense, ganas de más.
Vida.
Esta entrada está dedicada a Tania Dreamy, por haberla hecho posible.
Gracias.